El arco de los Gigantes se levantó en 1585, siguiendo la traza del arquitecto Francisco de Azurriola, y mostrando el interés de la ciudad por legitimar su renacentismo mediante la inserción de estatuas y lápidas latinas que habían aparecido en las ciudades romanas próximas. En 1984 se acometió la reposición de cuatro lápidas en las que se desarrolla la dedicatoria a Felipe II. (Jesús Romero, 1981)

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