La noche del aniversario de Waterloo, en junio de 1837, William IV murió como un león. Una joven de 18 años había de sucederle. Reunidos en asamblea todos los hombres ilustres de Inglaterra, un mar de plumas blancas, estrellas, uniformes, de repente se abrieron las puertas, se hizo un silencio tan profundo como el que rige en el bosque, y Victoria subió a su trono entre una multitud de prelados,

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      Transferència bancària
      El cistell és buit