Tres días después del estreno de la obra en París, en enero de 1942, Arthur Honegger escribió: "Se puede comparar la Obertura de Fiesta, de Jacques Ibert, a las grandes toccatas de Bach, de las que está muy cerca. En su aspecto arquitectónico, grandiosa por su forma, por el sabor y la fuerza expresiva de sus temas, por la admirable seguridad de su composición orquestal". (Gérard Michel, 1981: 104)

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