Habiendo prestigiado el monasterio, el abad Domingo Manso murió en 1073 con fama de virtuoso. Su sepulcro fue visitado tan devotamente, que el santuario pasó a denominarse Santo Domingo de Silos. Fortunio, el sucesor, acometió la construcción de un templo románico más grande, consagrado en 1088, que constaba de tres naves. La obra del claustro fue posterior y progresiva. (S. Andrés, 1991: 104)

      ― o ―
      Wire transfer
      Cart is empty