En la trágica primavera de 1940, Christian X reinaba en Dinamarca, y su hermano Haakon VII en Noruega, hijos ambos de Frederik VIII. El monarca danés falleció repentinamente en 1912, mientras paseaba por las calles de Hamburgo, y su cadáver tardó varias horas en ser identificado, pues nadie imaginaba que un rey anduviera sin escolta y protocolo, con chistera y levita. (J. Aguirre, 1964: I, 106)

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