La llegada del gobernador Gómez Pérez das Mariñas en 1590, abrió una nueva etapa para la catedral de Manila. Cuando procedió a su nombramiento, Felipe II ordenó que, a su paso por México, las cajas de la real hacienda le concedieran dos mil ducados, con los que pretendía reactivar la construcción de un edificio de cantería cuyas obras no prosperaban por falta de medios. (Díaz Trechuelo, 1959: 187)

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