Su inteligencia y voluntad inflexible, durante una dilatada vida ascética (1023-75), le permitieron trascender su capacidad humana, efectuando grandes actos que impactaron en el pueblo mixteco, como las procesiones o rituales de renovación, así como el mantenimiento del orden cósmico en la mixteca, comenzando por el germen céntrico eterno concebido como la capital de la mixteca alta, Tilantongo.

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