Junto a otros cinco frailes agustinos, formó parte del primer grupo de misioneros que inició la evangelización de Filipinas en 1565, bautizando con el nombre de Isabel a la sobrina de Tupas, el último monarca de Cebú. Su contribución resultó aun más decisiva en el descubrimiento de la ruta de regreso a Acapulco, atravesando el océano Pacífico, en octubre del mismo año. (Pedro Chirino, 1635: 45)

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