La proclamación de heredera de Castilla en 1468, conllevó que los derechos correspondientes a la princesa de Asturias fueran asignados a Isabel. Se le otorgaron sobre las ciudades de Ávila, Úbeda, Alcaraz y Huete, así como sobre Molina, Medina del Campo y Escalona, consiguiendo de esta manera cierta independencia económica y una base personal de poder. (Luis Suárez Fernández, 2001: 402-403)

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