"Aquellos dos santos varones, fray Domingo de Betanzos y el obispo Zumarraga, vivieron con grande desasosiego reprobando siempre lo que se hacía en Nueva España, y solicitando al papa, y al emperador y a su consejo, especialmente al marqués del Valle [Hernando Cortés], que les diese navío para irse a solas, por el mar del Sur, hacia la China". (Alonso Sánchez, 1635: 146)

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